domingo, 18 de noviembre de 2012

Pensamientos fugaces.

Cuando desperté y vi la carretera me pregunté a mí misma dónde iba. Realmente no sabía dónde estaba embarcada. Suele pasar a menudo cuando despiertas. Estás soñando con algo, pensando en algo y de repente crees que sigues allí. Pero no es así. Me percaté de que no seguía en mi bella ciudad, puesto que vi un luminoso que indicaba "Córdoba". Nostalgia. Pensé: estoy en España, es verdad. 
Hace poco tiempo hubiese pensado: ya estoy en casa, pero esta vez no era así.


He hablado todo el tiempo de los míos. De los míos, de vosotros. De vuestras historias, de nuestros sucesos. De nuestras fiestas. De nuestros accidentes. De por qué reímos y por qué podríamos llorar. Acerca de lo que tenemos miedo. Os he descrito a cada uno. Sonrisa interna ante vuestro recuerdo. Y pensar: cuando sea un verdadero recuerdo del pasado querré morir. Querré morir aunque sé que no moriré. Silencio.



Tantas vivencias que guardo para mí. Tantos nombres grabados ya en mí. Nuestras vivencias. Vuestras ocurrencias. 

Es un paréntesis. Una vida paralela. No, no es así -me digo-. Sois reales. Yo os veo. Os palpo. Os siento. Os escucho. 


Son tres días aquí, con mi antigua vida. En mi antiguo sofá. Viendo mi antigua tele. Tomando café en mi sitio de siempre. Con camareros de siempre, que me reciben con un 'Hola Belén, ¿qué tal ehtá? ¿por dónde andah?'. Y yo sólo quiero volver. Volver y ver vuestras sonrisas. Sólo será un año. Después ya se verá. Por eso no quiero perderme nada. Aquello ya es mío. 



He escuchado hablar de la depresión post-erasmus. Si algún día la padezco, significará que mi vivencia ha sido buena. Qué digo buena, habrá sido como ha sido y es hasta ahora; magnífica.

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