martes, 4 de junio de 2013

Este adiós sí maquilla un hasta luego.

Tratad a mi habitación con cariño. 
No echadme de menos. Eso será una buena señal. 
Yo estaré a 3000 km, riñendo desde la distancia. 
No diré 'qué bien me lo he pasado con vosotros' porque 'he pasado' es pretérito perfecto. Rotundamente me niego a no perpetuarlo en el presente y no prorrogarlo hasta el futuro.

Era evidente que escribiría algo, incluso en mi actual estado post-última cena. 
Gracias hasta por vuestros errores. Habéis escrito una gran historia. 
Y corto ya de decir cosas demasiado protocolarias. No nos pega. 

Adelante: Tú, tú. Peculio. Zapatiesto. Te quieroo. ¿En serio? 
Soy una fresa violada. Frejca-frejca. Es el horror. 
En qué momento. ¿Tú crees? Es un coñetee. 
Y más desastres lingüínticos compartidos. 
Tas pasao.
Bah, me callo ya. Dame mil pa' un kebab. 

El no dormir es lo que tiene. 

Me niego a escribir despedidas en ningún sitio. 
El primer paso es reconocer que te vas y yo aún no lo he hecho. 
Esta noche invito ronda.
Esto nunca será pasado pisado. 

Perdón por el vacío de contenido. Me guardo el discurso para esta noche. 

Os quiero. Con moco. 

sábado, 25 de mayo de 2013

Vamos a por el Sábado.

Vale, se nos ha ido de las manos. Tanto que ya no hay manera de encarar la semana sin unas 5 cervezas en tu cuerpo, una botella de vino, jäger, absenta, soplica y un licor raro que ha traído Jose Carlos de Eslovaquia. (Este último es el horror, que no os engañe el aspecto de su preciosa botella). 
Os preguntaréis '¿y por qué lo bebéis? Buena cuestión. Pero no tenéis ni idea de nada, así que callad. 

Después de cinco días de zapatiest total 
(a ver, os explico: si notas que te duele el cuerpo, tienes ojeras, moratones de origen desconocido, lagunas mentales nivel película Memento, el tío del 24 horas te empieza a mirar raro y hay un tigre en el baño, no cabe ninguna duda: YESTERDAY WAS ZAPATIEST. Confirmado. 
Y diréis: Belén, no has hablado de ligar. Claro que no. ¿Os habéis visto? ¿Pretendéis que alguien se fije en vosotros (y os ponga ojitos) con esas entradas triunfales en Instant a las 5 de la mañana, tambaleandoos y saltando? Tirando las cervezas. Poniéndonos ceniceros en la cabeza. Cayéndonos al suelo...Si hasta nos tenemos que apoyar los unos en los otros para que nos dejen pasar los porteros. Además, ¿creéis que la palabra Peculio puede enamorar a alguien? 
[Y lo peor es que la respuesta es: sí. Os conozco.] 
Bueno, este empieza a ser el paréntesis más largo de la historia de la literatura barata, así que mejor cierro ya, besis), 
[Prosigo:] a mis amigos se les ocurre la genial idea de ir a Aquaworld. Sí, sí, un parque acuático, por la noche. Pero con luz. Mucha luz. Literalmente fue un: 'poneos el bikini que nos vamos'. Claro, mis amigos. Mis amigos los vigoréxicos, que además se han traído a más guaperas vigoréxicos. (Bueno, vigoréxicos y borrachos, que parecen términos incompatibles pero ellos los compatibilizan del carajo. Si es que son adorables). Así que después de lo que se nos presentaba, Mia y yo nos fuimos de cabeza al 24 horas, nos compramos una botella de vodka y nos la pimplamos. Qué cruel es la realidad. Aún recuerdo a ese conductor de autobús aproximándose a nosotros con cara de odio. Diciendo que olía a pitis y que éramos el peor grupo de la historia de Aquaworld. Lo mejor es que le contestábamos con un 'Cómo no te voy a querEEEEr'. 

Total, que hoy, el plan de descansar queda anulado por deformación semanal. Ya esto no puede truncarse. Hoy termas. Miedo me dais. En serio, ¿qué droga tomáis y qué me echáis en la copa? (Mamá es una expresión). 
No conozco otra palabra que no sea ZAPATIESTO para describir estos días en los que hasta habéis terminado durmiendo en mis escaleras... si es que sois muy borrakios. Además, no puedo revelar toda la información de la semana porque algún día escribiré un libro. Y ese será vuestro fin, chicos. Olvidaos de ligar durante el resto de vuestras miserables vidas. Aunque prometo que os cambiaré el nombre. 

Bueno, termino ya, que tras cinco días de resaca no se debe escribir. Es como ese momento en el que envías ese mensaje que no debes a quien no debes, justo después de beberte el tercer absenta de la noche (que lo habéis hecho todos, porque sois unos pringados), pues así pero con entrada de blog. No se deben tomar decisiones difíciles estos días. Y decir: empecemos a beber, es fácil, lo difícil es decir supercalifragilisticoespialidoso al revés. 

¿Para la resaca era bueno beberse una cerveza, no? Mierda, creo que acabo de descubrir el bucle en el cual estamos inmersos. No hay vuelta atrás.

Os veo luego. 

Peculio. 

PD: Mamá, todo lo que cuento aquí es anecdótico y le pasa a otro grupo de amigos que conocemos, pero que no nos juntamos con ellos porque son unos borrachos. Nosotros somos unos empollones frikis que vinieron de Erasmus para aprender inglés. La pronunciación del 'one beer, please' nos sale perfecta. 

Apoteósico. 
NOTA: Sé que no os gusta mi post. Ahora tendré que emborracharme. 

lunes, 20 de mayo de 2013

La generación peculio.

Generación Peculio: Dícese de aquella parte de la generación perdida que está perdida, perdida. (Sí, dos veces). Tan perdida como el uso de 'dícese'. 

Cuando nos preguntan qué significa el término "peculio" siempre contestamos que no tiene ningún significado pero, ¿cómo que no? ¡Si en realidad lo significa todo! Y apuesto que en el futuro significará más. Bueno, como mucho apuesto 1000 forints. (¿Qué? ¡Oye, que 1000 ft. es una pasta!). 
Ya veréis cuando recordéis ese momento, ante la mirada atónita de tus amigos de siempre, los de la infancia, los de la facultad o los hijos de los amigos de tus padres. 
Tú, whiskey en mano izquierda, alzando la derecha y voceando en tu tierra natal 'PECULIOOO'. Nadie entenderá nada. Aviso. Tú ve a la barra y pídete un jäger, para calmar los síntomas de la abstinencia. O dos.

-Mamá, ¡¿qué le pasa al hijo de Fernando?! ¡¿Y por qué tiene ese tic en el ojo derecho?! ¡¿Y por qué va diciéndole a todo el que pasa 'te quiero' mientras hace como el que se saca un moco y se lo pega en el pelo?!
-No sé hijo, desde que volvió de Budapest ya no es el mismo. Anda, toma, dale a su madre este folleto de Proyecto Hombre.

Y tú, recordarás entonces a ese adorable erizo gay, que sí te entendía, aquel que debía permanecer con el más fiestero de la noche, previa foto en Instant. 

Peculio Zapatiesto, el rey de la noche budapestiana. 

Será una palabra que nadie entienda (excepto los amigos de Juan Carlos que la exportaron a la tierra de los magiares y algún que otro amigo, como Marikilla). Todos nosotros tendremos el término incluido en nuestro diccionario interno particular. 

Y ahora diréis: Belén, sí significa algo. La palabra peculio existe en la lengua castellana. YA, YA LO SÉ. Yo también uso wikipedia de vez en cuando. (Apuesto que la generación peculio desconocía la acepción en el diccionario).
'Se entiende por peculio una masa o conjunto de bienes.' (Wikipedia).
Se utiliza sobre todo en Derecho Romano, y para Derecho Romano estamos nosotros ahora. (Al menos que Derecho Romano sea el nombre de otra clínica de desintoxicación). 

Esto me lleva a investigar la segunda palabra empleada: zapatiesto. EXISTE TAMBIÉN. Significa desorden, revuelo. Ahora lo entiendo todo. 
'Peculio Zapatiesto'. Un gran conjunto de bienes desordenados, como nosotros.


Nota: Para entrar a formar parte de esta generación debes solicitar petición de amistad. No cualquiera ostenta este absurdo título. 

Información relevante: Beneficios no te otorga. Más bien perjuicios. Perjuicios que van desde el no ligar hasta la cirrosis. Qué amplio abanico de sensaciones. Pero mola. 


PD: Esta entrada no tiene ningún sentido. Mi estabilidad emocional es cambiante e impredecible. Me disponía a hablar de mis amigos y he terminado hablando de un adorable erizo al que besamos en las noches de borrachera como si no hubiera mañana. Es deprimente. Lo sé. A quién queremos engañar. Pero ya lo dije al principio, pertenecemos a una generación perdida, perdida de la mano de Dios. ¿Qué esperabais? 


viernes, 10 de mayo de 2013

¿Y ahora qué? -25-.

Los te quiero de Mia de Diego a las 6 de la mañana cuando llega de fiesta hacen que no vuelva a conciliar el sueño. 
-¿Y tú qué hacías en casa?
-Y a ti qué más te da. Calla, luego te cuento. 

He abierto los ojos, he mirado mi pared y he visto, como cada mañana (las que duermo aquí, claro, pero eso ya es otra historia), mis mapas, mis recortes de revistas de diferentes lugares y mis búhos de Instant mirándome, con esos evaluadores de miopía simulando ser anteojos. 
Y ensimismada en sus ojos amarillos, he visto un 25. 


Fotografía de Juanma Glez. Luque ;)

25 días contigo. 
Tú, que me recibiste con calor y me has hecho tiritar de frío. Tú, que me enseñaste la calma de sentarme a leer en el césped y por la noche me empujabas a garitos en ruinas donde bebía cualquier cosa. Tú bipolar, y yo copiona, dejándome llevar. 
Me has hecho sentir la furia del mar golpeando las rocas en una noche oscura. Me has hecho llorar mientras reía. He disfrutado de tu silencio mientras yo te gritaba. Gritaba fuerte por si no me oías. 
Me he obsesionado con tu gente. Y con la gente que te pisa. Y con la gente que te toca. Y luego me has hecho olvidarlo, poniéndome la música tan alta que nada podía sonar en mi cabeza más fuerte que un I follow rivers
Y terminaba la canción. Y de la profundidad de mis pensamientos seguían surgiendo dudas. Dudas que tú acallabas con cualquier estrofa de Somebody that I just to know
Y me has llevado a fiestas. Puras americanadas que yo creí existir sólo en películas para adolescentes. Sin embargo, tú me hiciste un American pie en cualquiera de sus versiones

Te respiré. Te sentí. Me abrazaste. Te cambié nostalgia por olvido. Palabrerío por tu silencio. Y tú, tú no me has hecho llorar. Ni te has enfadado. Aunque tampoco me has amado, pero me has hecho amarte. Yo no te cambiaría por cualquiera. 
'Porque, sin buscarte
te ando encontrando
por todos lados, principalmente
cuando cierro los ojos.' (Cortázar, J.)

¿Y qué más da si no te poseo? Nadie posee nada. Me iré de aquí, recordándote. Ya tienes un trozo de mí. No puedo darte más. Sería injusto quedarme sin nada. Ahora tú sí me posees. Me zamarreas como una marioneta y luego me acaricias. Me empujas a verte. Ya te oigo. ¿Me llamas? Tu voz, que camina en el viento. Veo venir tu brisa a acariciarme el pelo. Se frena ante mí y observa mi mirada atenta. 

Algún día no estarás. 
No estarás en la calle. 
No estarás en el tiempo. 
No estarás en el murmullo ni en el sonido de los coches. 

No veré tu sombría luz. 
No habrá paprika en el menú. 
No estarás en mi sonrisa ni en mis 'hasta mañana'. 

Pero estarás en mis sueños. 
Tu aroma impregnado en un par de guantes. 
Estarás en las palabras que no se dicen. 
No estarás para nada. Serás pensamiento. 



jueves, 18 de abril de 2013

Por la carretera. Esa que te lleva a algún destino.

Soy una enamoradiza. Lo reconozco y no me da miedo decirlo. Lo voy predicando a los cuatro vientos. 
Dicen que no se puede amar tantas veces en tan poco tiempo. Que si amas tantas cosas no se puede amar intensamente. Pero si hubieseis visto esa paleta de tonos azules postrados ante mí... El mar y el cielo se fundían allí, donde alcanzaban mis ojos. Tantos azules que ni siquiera sé sus nombres exactos. Y el blanco de las nubes. Y el sonido de las olas. 


Las montañas albergan las casas suficientes para formar aldeas y pueblos croatas. El verdor se diferencia imponente entre la piedra caliza de las casas y el azul del Adriático. Ese azul... 

Repartir amor creo que es bueno. Nunca se acaba. Es infinito. 

El sol ilumina parcialmente el agua. Parcialmente la montaña. Ahora a nosotros. Qué sensación de sentirlo en la cara, después de tan largo invierno. 
Estamos pasando por la carretera más bonita por la que he circulado jamás. 

Lo que decía, que es infinito. Aunque des amor siempre te queda más para dar. Incluso te queda la plenitud de amarte a ti mismo. 

Pero qué azul. ¿Cómo no enamorarse de esto? Toda la vida es mucho tiempo, de hecho no dispongo de más pero, ¿sabéis qué bien se respira enamorándose, como mínimo una vez a la semana? De una ciudad, de una risa, de unas palabras, de un aroma, de un olor. Enamorarse es gratis. Y nunca pagaría para dejar de hacerlo. 

Qué vistas. ¿Quién ha puesto photoshop sobre esas islas? ¿Y sobre ese trozo de mar? ¿Y sobre esas piedras? Puedo sentir dentro de mí la calma del agua. Antes bravía y ahora en calma. Cambiante. Como yo. Caprichosa ante los ojos de la luna. Menguando con sus mareas. 

Yo sigo recomendando el amor. Se va bien desentonando con el mundo. Caótico. Económicamente desposeído de escrúpulos. El truco está en mirar tras tu cristal. Mirarse en el espejo correcto. Como un cuento que leí hace algún tiempo: 
'Un hombre iba caminando por un bosque cuando se encontró un espejo en el suelo que había sido abandonado. Se miró y exclamó: 
-¡Que feo! Con razón lo abandonaron aquí.'

Mírate en los ojos que te reflejen claramente. 
Mírate en mis ojos. ¿Te ves? Acércate más. ¿Puedes verte? Eres tú. Dentro de ellos. Perpetúate en ellos, y yo quiero perpetuarme en tus sueños. 

Seguiré enamorándome en cada rincón. Olvidándote en cada esquina. 
Las emociones se sienten independientemente de que uno quiera o no sentirlas. Más allá de que a uno le guste más o menos sentir. ¿No es acaso eso lo bonito? Al menos me adueñaré de lo que siento. Esto es así, así que es mejor preguntarse ¿cómo continúo adelante conociendo ahora esta realidad? Mi realidad.

Siendo consciente de que de las pocas libertades que dispongo son la de pensamiento (influidas por mi educación y la publicidad, vale) ¿por qué no ejercerla? Por ello te pienso.

Y eso hice. Y eso hicimos. Quiero seguir así. Desatándome. Amo la imprudencia, es divertida. No me destines, destino. Deja que yo escriba mi historia. Deja que escriba su nombre en mi página en blanco de hoy. Ya nos plantearemos si lo volvemos a escribir mañana. 

Elígeme hoy. Y elígeme también mañana. Sin pasado mañana. El futuro no está, aún no ha venido, aunque llega pronto. Se apresura imperando entre las flores aún por nacer. Lo que nos queda aquí es un suspiro, me dijeron esta tarde. 

Bah, bésame. Bésame y prometo que me callo. 

martes, 12 de marzo de 2013

Vivir, en 1ª persona del condicional.

Hay algo que hacemos a menudo. Bueno, hay varias cosas que hacemos a menudo, pero una de ellas es tomarnos unas vacaciones del Erasmus (valga la redundancia).
Así descubrimos en 2013: Berlín, Copenhague, Varsovia y en última instancia, Salzburgo e Innsbruck.

Hay muchos medidores en cuanto a la comparación de ciudades. Yo sólo utilizo dos premisas: por un lado, cómo de bien me lo pasé (aquí aprueban todas) y la segunda es si viviría allí.

Esta segunda viene por lo de:
-¿Te gusta la ciudad?
-Sí.
-¿Vivirías allí?
-No.
-¿Entonces?
-No, pero para un par de días esta bien.

Me recuerda a este otro discurso:
-¿Te gusta fulanita?
-Sí.
-¿Estarías con ella?
-No.
-¿Entonces?
-No, pero para un par de días está bien.

Y de aquellos barros vienen estos lodos. A él no le gustó fulanita de tal 'de nunca'. Pero dos días se pasan en cualquier sitio. Y descubrir nuevos lugares siempre está bien. Y sí, me refería a ambos casos.


Comencemos mis juicios, emitidos en pocos días (Los hay que han durado menos. La primera impresión, por ejemplo, que dicen que dura entre 4 y 10 segundos, yo no digo más) :

Berlín.
Berlín es de hormigón. Podía intuirlo debajo de la nieve. Sí, sí, era hormigón. 
Dicen que Berlín ya no es lo que era. Yo ni siquiera quiero saber lo que era. Sé lo que es ahora, y también sé que no puede gustarme un tipo de música al que denomino chimpún-chimpún. Sólo podría ser feliz si me llevase todo el día en la barra del bar, en el país primero del ranking, en cuanto a consumición de cerveza se refiere. Así quién no, ¿verdad? Si total, se me olvidaría que no me gusta aquello. Incluso se me olvidaría volver a casa. Aunque me podría guiar por los raíles del suelo, que indicaban dónde estaba situado el antiguo muro. 
Berlín está cargada de historia, y es por ello que creo, que no queda hueco allí para yo escribir la mía.  


A Mía le encanta Berlín y viviría en una casa okupa. Y sí, duraría allí lo que la batería de su  iPhone.


Copenhague.
Dicen que es una de las ciudades más felices del mundo. Así que sería capaz de soportar su frescor de -10 ºC de media. Viviría en casa y estaría allí gran parte del tiempo, montando muebles de IKEA. 
Me compraría un gato y lo llamaría Bobi. Todo para poder decir: ¿Bobi? ¿Eres tú Bobi? Qué lindo Bobi. 
Allí la política va bien, la economía también, tienen petróleo, así que ni siquiera leería el periódico ni vería las noticias. Preocupaciones cero. Sólo con obligaciones para conmigo y para con Bobi. Lo veo.
Además, si algún día estoy triste, puedo irme a Christiania. 
Joder, claro, por eso es una de las ciudades más felices del mundo. A ver, allí, lo de comprar ropa, regular. El ir de shopping como método antidepresivo, en la capital danesa puede salirte por un riñón, y sin riñones lo de ser feliz... a medias. Como tu aparato urinario en ese momento. Sale más barato comprar Mariguana al peso. 


Christiania como causa y solución de todos tus problemas.

Varsovia.
Para vivir allí primero debería amar el agua con gas. O con bicarbonato. O con sabores. O extendería la moda de beber en los lavabos a morro. ¿A quién coño le gusta el agua con gas? ¡Si ni siquiera quita la sed!
¿Y la gente? Preferiría no decir que sus departamentos de Recursos Humanos no saben lo que hacen. Pero ya lo he dicho. Creo que lo hacen a drede. Es decir, colocan cara al público a todos los polacos estúpidos de mierda, sin generalizar. Qué coño, generalizando. No podría pasarme la vida buscando a personas felices en un sitio lleno de caras largas, aunque sería un reto interesante. No tendría gato por miedo a que muriera de cualquier cosa. De depresión, por ejemplo.
Me tiraría a la bebida. De hecho fue lo que hice allí. Nos bebimos todas las cervezas. 
Y allí también me enamoré. Os lo confieso. Soy una persona abierta, a la cual no le preocupa que le juzguen, si no más bien que no lo hagan. Y si me halagan, mejor. Pero eso, soy una enamoradiza. 
Se llama Soplica y sabe a avellana. Está tan rico... Me compré como souvenir 3 botellas. 
No tengo que vivir necesariamente en Polonia para bebérmela. Bendita importación. 
Allí, simplemente, no hay sitio para nadie. Además es fea. Pero fea fea, como tu amigo ese, el que es muy buena gente. 


Soplica y yo, fundiéndonos en un apasionado beso sin lengua. 

[- Belén, ¿a quién coño le importa todo esto?
- A mi yo del futuro. Que quiero que se ría de mi yo del pasado.
- Ah , vale, perdón. 
- Maldita bipolaridad interruptora. 
- Guapita, te acabas de inventar un adjetivo. 
- ¿A que te callas?]

Salzburgo.
Es impresionantemente encantadora y bonita. Su gente es igual, impresionantemente encantadora y bonita. Y amable. Y sonriente. Y ya paro, sí.
Temía que dijesen en algún momento '¡corten!' y que las fachadas de los edificios se desplomaran hacia atrás. Y que a la gente se le borrase la sonrisa de la cara. Pero no ocurrió nada de eso. Todo siguió siendo awesome. 
A las calles sólo le falta el mismo hilo musical que tienen en el SPAR. ¡Tienen hilo musical con música de Mozart en el SPAR! Así da gusto. Y todo ordenado, a la par de eco. El cartel de eco está implícito en la bandera austriaca. Quizás no lo veáis porque está pequeñito en el dorso. Pero está. Mozart llegó a odiar Salzburgo. Aunque también lo tacharon de loco. Sería por eso, no se puede odiar Salzburgo. 

Innsbruck.
Es como Salzburgo pero en deportivo. Es decir, que no, que no viviría aquí. Ya me conocéis. 
Las montañas empiezan en la puerta de tu casa. Literalmente. Desde Salzburgo las ves, pero no las tocas. Aquí sí. La gente va con sus esquís por la calle. A Bobi no le gusta el esquí. Ni el snowboard. El prefiere estar sentado a la orilla del río mientras lee un libro. 
Bobi es muy yo, por eso lo compré. Cuando lo vi con sus gafitas de cerca sosteniendo un ejemplar del Hamlet de Shakespeare en versión original (porque los gatos nacen ya sabiendo todos los idiomas), me enamoré. 

Así que Salzburgo, sí. Me dejaría la vida en sus rincones. 
Le dije 'bye' a la ciudad número uno de mi lista, que hasta ahora fue Copenhague, y la cambié por ésta. Aunque siempre ocupará el puesto número dos. Ya Varsovia, Berlín e Innsbruck deberán conformarse con este fuerte aplauso del público. 




Qué me gustan las hipótesis en el aire. Así me va. Espera, espera, ¡pero si me va genial! Seguiré con mis hipótesis siempre. Y en el momento que deje de hacerlo, le diré a Bobi que me regañe por olvidarme de quién soy. 

Como dijo Voltaire, 'buscamos la felicidad pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa: sabiendo confusamente que tienen una.' 
Yo sé que mi felicidad está también en un simple café de media tarde, así que voy a ello. 

martes, 5 de marzo de 2013

Explorando otros lares. Bratislava.

De todas las ciudades Erasmus habidas en el mapa, caímos aquí, agradecidamente. Pero se pueden explorar otros lugares. Se deben, de hecho. Y eso hicimos.

Pusimos rumbo a Bratislava. 
Jose Carlos y Jorge nos acogían en la residencia. El turco también nos acogió, pero él no iba avisado. Pobre muchacho, qué hospitalidad infundada. 

Al llegar allí, los taxistas formaban una hilera en la puerta de la estación de trenes. Después del intento fallido de llamar a varios, María le preguntó a uno de ellos que si nos llevaba. Y lo mejor: por cuánto. 
- Fifteen euros. 
- Fifteen nooo, Three euros. 
- Three euros?! Walking!- expresó el taxista moviendo los dedos índice y corazón por el aire, imitando el gesto de andar. (Toma ya, qué arte eslovaco).

Al llegar a la residencia, teníamos que entrar sin parecer de otro sitio. Así que Jose Carlos, decidió que era una gran idea subir las maletas al primero por la ventana. 'Primer piso' y 'metro sesenta y uno' no son términos compatibles. Así que sacó una escoba y... voilà. Nuestras maletas estaban arriba. Ahora nosotras. No os asustéis, subimos por las escaleras. 

La residencia es un buen constructor de relaciones. Relaciones de guetos Erasmus, evidentemente, pero con mezcla de países. Borrachos hay en todos lados. La cocina está establecida como punto de encuentro. Es como la sala de estar de vuestra casa, que fue la nuestra. 

Salimos. Bebimos. Bailamos. Reímos. Bebimos. (Sí, sé que lo he dicho dos veces). 
Para la vuelta a casa, María toreaba a los taxis con el bolso, ignorantes de su gesto. 
Bratislava no posee la belleza de Budapest, pero no estamos para comparaciones. Allí se come muy bien. 

He estado con cuatro personas que sé que llegarán lejos. Esto lo decido yo por deformación profesional. Cada uno con lo suyo. El alcohol hace que las conversaciones fluyan y descubras más a los emisores. Aunque yo soy más de emitir. Qué fallo. 
Sus mensajes de ebrios, permanecen en tu, también ebria, memoria. Y luego llegan las psicoanalizaciones: 

Adoro su arte del descaro y el vuelco de amor en lo que hace. El desinterés acompañado del atino. El 'que no te importe' expresado con un 'pasado pisado'. La coherencia superpuesta, repleta de retales de incoherencia para el resto de mortales ciegos. Quizás la suciedad de tu cubo sólo es aquel polvo que los demás volcamos en ti, por no atrevernos a llevar a cabo los actos que tú consideras hasta rutinarios. 

Y a ti, con la potencia expresiva en tu lenguaje, oral y corporal. ¿Qué decir del arte rodeado de arte? 
Los demás somos como ovejas, guiadas al matadero. Ella viene, suelta casi una buena nueva, da las claves de la vida, tanto moral como inmoral, y se va. Montada en ese mismo camión de ovejas descarriadas donde vamos los demás. 
Puro hielo, que deberá no estar en los trópicos para no morir. O convertirse, aún peor, en la placidez del agua. Si alguna vez fueras agua, amiga mía, nunca serías turbia, pero tampoco transparente. Serías de botella. Agua distinta y potable. Aunque, permíteme que te diga, que tienes el sutil arte de atragantar cuando quieras. 

En esos aspectos, os envidio.-dice la Belén soberbia.-Pero se me pasa pronto-dice la bipolar. 

Y a vosotros dos, GRACIAS. 
Por mostrarnos un Erasmus diferente. Y pasando de protocolo: a Jose Carlos, por tu cama. Al turco por la suya. A Jorge por sus cervezas. Por vuestras conversaciones. Ya no sólo por compartir lo vuestro, sino por compartir vuestro tiempo. 

Tener amigos en Bratislava, coincidencias de una noche que ni me pertenece y que dio lugar a mucho más. Con más trasiego, más alcohol y confesiones. 

Porque una velada puede ser mejor si hay chucherías en un cubo, mientras compartimos nuestras rayadas. Y compartir rayadas, implica confianza. 

He llegado a la conclusión, de que nos quedan muchos test por delante. Y es que me encanta meterme donde no me llaman. 

PD: Chicos, lo petáis bastante.

El único ápice de turismo.