miércoles, 16 de enero de 2013

Yo, me, mi.

Mientras la nieve se descongela en los tejados, mis oídos creen que oyen llover. Es agua cayendo, pero no es lluvia. Hace dos días que los copos no caen y aún así la nieve sigue escondida en pequeños resquicios.
A la vez, yo escondida en Andrássy. ¿Por qué no salir? ¿No disfrutar del expléndido día? A cero grados, eso sí. Ni frío ni calor, como diría mi amiga Elena.

Aún me siento a veces turista en mi ciudad. Salgo a las calles y observo. Miro todo cuanto hay a mi alrededor y fotografío pequeñas escenas. Una esquina. Un matrimonio. Un señor barriendo el suelo. ¿Acaso no es quizás eso la verdadera Budapest? La sociedad es también la que hace a las ciudades. No sólo su bella arquitectura y su historia. ¿Quién constituye la historia? Aquí, mezclas europeas por doquier.

Quiero adueñarme de una cafetería. Quiero sentirla mía. Llevar mi cuaderno y escribir dentro de ella. Tomar sorbo a sorbo mi café mientras me pierdo en escritos sin sentido. Como éste.

Rehúyo de estar sola. De compartir mis momentos conmigo. Pequeña idiota, estarás contigo toda la vida -me digo.
Disfruta de ti. Ocúpate de ti. Ríe contigo. Discute contigo. Piensa contigo. Contéstate y enfádate contigo. Y pregúntate ¿quieres estar conmigo? Anda, respóndete.


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