Mientras la nieve se descongela en los tejados, mis oídos creen que oyen llover. Es agua cayendo, pero no es lluvia. Hace dos días que los copos no caen y aún así la nieve sigue escondida en pequeños resquicios.
A la vez, yo escondida en Andrássy. ¿Por qué no salir? ¿No disfrutar del expléndido día? A cero grados, eso sí. Ni frío ni calor, como diría mi amiga Elena.
Aún me siento a veces turista en mi ciudad. Salgo a las calles y observo. Miro todo cuanto hay a mi alrededor y fotografío pequeñas escenas. Una esquina. Un matrimonio. Un señor barriendo el suelo. ¿Acaso no es quizás eso la verdadera Budapest? La sociedad es también la que hace a las ciudades. No sólo su bella arquitectura y su historia. ¿Quién constituye la historia? Aquí, mezclas europeas por doquier.
Quiero adueñarme de una cafetería. Quiero sentirla mía. Llevar mi cuaderno y escribir dentro de ella. Tomar sorbo a sorbo mi café mientras me pierdo en escritos sin sentido. Como éste.
Rehúyo de estar sola. De compartir mis momentos conmigo. Pequeña idiota, estarás contigo toda la vida -me digo.
Disfruta de ti. Ocúpate de ti. Ríe contigo. Discute contigo. Piensa contigo. Contéstate y enfádate contigo. Y pregúntate ¿quieres estar conmigo? Anda, respóndete.
Bien escrito, pero ponle una tilde a ese "rehúye", hazme el favor.
ResponderEliminarTate
Perdón, perdón.
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