jueves, 18 de abril de 2013

Por la carretera. Esa que te lleva a algún destino.

Soy una enamoradiza. Lo reconozco y no me da miedo decirlo. Lo voy predicando a los cuatro vientos. 
Dicen que no se puede amar tantas veces en tan poco tiempo. Que si amas tantas cosas no se puede amar intensamente. Pero si hubieseis visto esa paleta de tonos azules postrados ante mí... El mar y el cielo se fundían allí, donde alcanzaban mis ojos. Tantos azules que ni siquiera sé sus nombres exactos. Y el blanco de las nubes. Y el sonido de las olas. 


Las montañas albergan las casas suficientes para formar aldeas y pueblos croatas. El verdor se diferencia imponente entre la piedra caliza de las casas y el azul del Adriático. Ese azul... 

Repartir amor creo que es bueno. Nunca se acaba. Es infinito. 

El sol ilumina parcialmente el agua. Parcialmente la montaña. Ahora a nosotros. Qué sensación de sentirlo en la cara, después de tan largo invierno. 
Estamos pasando por la carretera más bonita por la que he circulado jamás. 

Lo que decía, que es infinito. Aunque des amor siempre te queda más para dar. Incluso te queda la plenitud de amarte a ti mismo. 

Pero qué azul. ¿Cómo no enamorarse de esto? Toda la vida es mucho tiempo, de hecho no dispongo de más pero, ¿sabéis qué bien se respira enamorándose, como mínimo una vez a la semana? De una ciudad, de una risa, de unas palabras, de un aroma, de un olor. Enamorarse es gratis. Y nunca pagaría para dejar de hacerlo. 

Qué vistas. ¿Quién ha puesto photoshop sobre esas islas? ¿Y sobre ese trozo de mar? ¿Y sobre esas piedras? Puedo sentir dentro de mí la calma del agua. Antes bravía y ahora en calma. Cambiante. Como yo. Caprichosa ante los ojos de la luna. Menguando con sus mareas. 

Yo sigo recomendando el amor. Se va bien desentonando con el mundo. Caótico. Económicamente desposeído de escrúpulos. El truco está en mirar tras tu cristal. Mirarse en el espejo correcto. Como un cuento que leí hace algún tiempo: 
'Un hombre iba caminando por un bosque cuando se encontró un espejo en el suelo que había sido abandonado. Se miró y exclamó: 
-¡Que feo! Con razón lo abandonaron aquí.'

Mírate en los ojos que te reflejen claramente. 
Mírate en mis ojos. ¿Te ves? Acércate más. ¿Puedes verte? Eres tú. Dentro de ellos. Perpetúate en ellos, y yo quiero perpetuarme en tus sueños. 

Seguiré enamorándome en cada rincón. Olvidándote en cada esquina. 
Las emociones se sienten independientemente de que uno quiera o no sentirlas. Más allá de que a uno le guste más o menos sentir. ¿No es acaso eso lo bonito? Al menos me adueñaré de lo que siento. Esto es así, así que es mejor preguntarse ¿cómo continúo adelante conociendo ahora esta realidad? Mi realidad.

Siendo consciente de que de las pocas libertades que dispongo son la de pensamiento (influidas por mi educación y la publicidad, vale) ¿por qué no ejercerla? Por ello te pienso.

Y eso hice. Y eso hicimos. Quiero seguir así. Desatándome. Amo la imprudencia, es divertida. No me destines, destino. Deja que yo escriba mi historia. Deja que escriba su nombre en mi página en blanco de hoy. Ya nos plantearemos si lo volvemos a escribir mañana. 

Elígeme hoy. Y elígeme también mañana. Sin pasado mañana. El futuro no está, aún no ha venido, aunque llega pronto. Se apresura imperando entre las flores aún por nacer. Lo que nos queda aquí es un suspiro, me dijeron esta tarde. 

Bah, bésame. Bésame y prometo que me callo. 

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